La tormenta del Arcángel by Nalini Singh

La tormenta del Arcángel by Nalini Singh

autor:Nalini Singh
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico, Fantástico, Romántico
publicado: 2012-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo 22

Jason le puso las manos en las caderas para inmovilizarla mientras saboreaba su piel. Quería ahogarse en la sensación de conexión, sentirse una persona real, aunque solo fuera mientras tuviese a Mahiya entre los brazos. Su aroma, que olía a alguna especia desconocida, resultaba embriagador, al igual que su suave piel cálida y su cuerpo lleno de preciosas curvas. Deseó que llevara un sari para poder acariciar la piel desnuda de su cintura con solo alzar las manos.

Las alas de Mahiya, atrapadas entre los cuerpos de ambos, se removieron con nerviosismo mientras Jason alzaba el brazo para quitarle las horquillas que le sujetaban el pelo. La melena cayó sobre sus manos en una abundante e inesperada cascada de rizos, gruesos y suaves como el satén. Enterró una mano entre los mechones y tiró de su cabeza hacia atrás antes de acercar la boca a su cuello.

Mahiya se estremeció y extendió los dedos sobre las puertas de madera.

Jason la rozó con la lengua para paladear su fascinante sabor.

El pulso de la princesa latía a toda velocidad y sus alas se agitaban sin cesar. Jason apartó una mano de su cadera para cerrarla firmemente sobre el borde de su ala izquierda y luego acarició el arco hacia abajo.

Mahiya ahogó una exclamación y, cuando abrió los ojos, dejó al descubierto sus pupilas dilatadas.

—Jason…

El espía interrumpió la caricia íntima antes de que se volviera demasiado intensa y extendió la mano sobre su vientre.

—¿Cómo te quito esto?

—Tienes que desabrochar los botones que sujetan las ranuras para las alas —dijo con voz ronca—. También hay una cremallera oculta en el costado.

Puesto que deseaba sentir su piel, Jason se separó un poco, le apartó el pelo de la espalda y se lo pasó por encima del hombro. Los botones eran cristales negros facetados que brillaban a pesar de la escasez de luz. Retiró los superiores sin tocar el arco sensible de sus alas, y luego los que había debajo de estas.

Cuando el panel central de la espalda cayó sobre las caderas, Jason se dedicó a observar cómo ella tiraba de la parte delantera para sacársela por los brazos. Mahiya sostuvo el tejido arrugado contra su pecho en un gesto de timidez, que paradójicamente hizo que él estallara en llamas, y utilizó la mano libre para bajar una cremallera oculta que iba desde las costillas hasta la parte inferior de la túnica.

Jason sintió su calor en los nudillos cuando los deslizó por la parte central de su espalda, y también los leves estremecimientos que la sacudían. Si hubiera sido un hombre mejor, se habría detenido. Mahiya no respondía como una mujer acostumbrada a tener amantes.

«… que no me corteja con mentiras, que es sincero en su deseo».

Su deseo no era ninguna mentira. Era como un puñetazo en las entrañas.

Sin obligarla a desprenderse de la túnica, le colocó las manos en las caderas y se apretó contra ella una vez más antes de extender las alas. Mahiya tembló ante el contacto íntimo, porque mientras ella se ocupaba de la túnica, Jason se había quitado la camiseta.



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